Frasezaca del día

En un beso, sabrás todo lo que he callado.
Pablo Neruda.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Esencia.

Recuerda nostálgico, que con apenas ocho años visitó su primera juguetería. No le damos importancia pero es un momento crucial en nuestra vida. Hasta ese momento todo nos es dado, sin opción. La salida al nacer es de un sentido y una dirección. El alimento nos llega sin más opción que la de boquear cual besugo arrancado de su acuoso entorno. Deciden por nosotros si seremos cristianos, culés, rockeros, con pelo corto o consentidos.

Aquel encuentro le marcó. “Mi primera elección” -se repite. Llegó allí sin contaminación, ya que en casa no tenían televisión que moldease gustos o preferencias. “Sólo uno” -dijo mamá. Un acto trivial, aparentemente. Sin vuelta atrás, aparentemente.

Peculiar cacharrería, harto diferente a los templos de consumo que conocemos hoy. Una muñeca de vestido roído, un dragón de plástico sin dientes, un bufón tejido con retales o un osito de ojos recosidos, eran parte de aquel reflejo de la vida real. No encontró en ningún estante rubitas estilizadas, mansiones con grandes vestidores o caballeros con brillantes armaduras. ¿Cuántos niños de ahora habrían abandonado tal esperpéntico lugar, con alguno de aquellos juguetes en brazos y sin lloriquear?


La gran sonrisa del bufón le hizo olvidar los numerosos agujeros por los que perdía la espuma de su interior, y sin dudarlo le eligió a él. “Buena elección, campeón. Una sonrisa cautivadora, ¿verdad?” -exclamó el dependiente. Nada más llegar a casa, mamá le pidió prestado a su nuevo compañero de juegos, y él lo cedió sin rechistar.

Al cabo de un rato, y después de comer, al dirigirse a su cama a disfrutar su momento preferido: la siesta, encontró junto a la almohada a un renovadísimo bufón. Mamá había zurzido cada agujero con cariño y ahora, además de la esencia de su sonrisa, lucía hermoso y lleno de colorido.

Mientras recuerda aquel momento, sostiene a su querido muñeco con nostalgia. Tiempo ha pasado. Enseres comprados por impulsos, pasaron sin dejar huella. Personas han entrado y salido. Experiencias, buenas y malas. Recuerdos que no llegaron a germinar y quedaron en el olvido. Rápidos coches que le abandonaron convirtiéndose en un simple cubo de chatarra. Pero él, con su imborrable mueca de felicidad, todavía le acompaña.