Frasezaca del día

En un beso, sabrás todo lo que he callado.
Pablo Neruda.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Oportunidades.

Tribulación.

“Las calamidades pueden ser causa de crecimiento y de iluminación”, dijo el Maestro.

Y lo explicó del siguiente modo:

“Había un pájaro que se refugiaba a diario en las ramas secas de un árbol que se alzaba en medio de una inmensa llanura desértica. Un día, una ráfaga de viento arrancó de raíz el árbol, obligando al pobre pájaro a volar cien millas en busca de un nuevo refugio... hasta que, al fin, llegó a un bosque de árboles cargados de frutas”.



Y concluyó el Maestro: “Si el árbol seco se hubiera mantenido en pie, nada hubiera inducido al pájaro a renunciar a su seguridad y echarse a volar”.



Anthony de Mello.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Hora de partir.

Qué duda cabe, todo viaje cuesta. Y dejando a un lado el coste del billete, el precio suele ser sentimental. Cuando me fui a estudiar a Valencia porque las opciones que Teruel ofrecía eran limitadas, me pareció que cruzaba el Océano Atlántico. ¡Cómo es la vida! Ahora aquel ir y venir me parece una vuelta por el parque. La vida nos curte, nos moldea y nos hace relativizar las cosas. Todo es relativo, pero después de las últimas semanas, me queda claro que algo no puede ser relativo: las personas (y algún animal) que nos acompañan.

En mi continua despedida sólo me queda agradecer a todas las personas que habéis compartido conmigo una charla, unas cervezas, un rápido intercambio de palabras, un concierto, abrazos, una tarde de risas, consejos de viaje, un café, horas de trabajo, un favor de última hora, una noche, cada uno de los detalles que me habéis regalado y tantos buenos deseos. Y también a todas aquellas con las que no he podido hablar y que también me envían su energía positiva. =)

La incertidumbre nos acobarda pero hay que ser valientes. No sé qué voy a encontrarme, pero sí sé lo que me dejo. Y es eso, vuestra ausencia en la lejanía, lo que me hace más duro este partir. Muchas gracias por todo y...
















...¡Hasta pronto!

jueves, 26 de junio de 2014

Dime qué relees y sabré una parte de quién eres.

No soy muy dado a releer libros. De hecho, tengo tantos en la lista de pendientes, que si me pusiera a leer otra vez los ya leídos, no acabaría jamás. Pero hay algunos, me acuerdo de uno en este preciso momento, que no dejo de pasear entre mis manos una y otra vez. Puede que sea por su reducida extensión o quizás el motivo sean sus mensajes que dejan huella, pero el caso es que El Principito de de Saint-Exupéry me crea adicción. Será por los motivos que sea, pero el texto que sigue, es, sin duda, una de las razones.



-“Te amo” - dijo el principito…
-“Yo también te quiero” - dijo la rosa.
-“No es lo mismo” - respondió él…

"Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que llena las espectativas personales de afecto, de compañía…
Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes.
Querer es esperar, es apegarse a las cosas y a las personas desde nuestras necesidades. Entonces, cuando no tenemos reciprocidad hay sufrimiento. Cuando el “bien” querido no nos corresponde, nos sentimos frustrados y decepcionados.
Si quiero a alguien, tengo expectativas, espero algo. Si la otra persona no me da lo que espero, sufro. El problema es que hay una mayor probabilidad de que la otra persona tenga otras motivaciones, pues todos somos muy diferentes. Cada ser humano es un universo.

Amar es desear lo mejor para el otro, aún cuando tenga motivaciones muy distintas.
Amar es permitir que seas feliz, aún cuando tu camino sea diferente al mío. Es un sentimiento desinteresado que nace en un donarse, es darse por completo desde el corazón. Por esto, el amor nunca será causa de sufrimiento.
Cuando una persona dice que ha sufrido por amor, en realidad ha sufrido por querer, no por amar. Se sufre por apegos. Si realmente se ama, no puede sufrir, pues nada ha esperado del otro.
Cuando amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio, por el simple y puro placer de dar.
Pero es cierto también que esta entrega, este darse, desinteresado, solo se dá en el conocimiento. Solo podemos amar lo que conocemos, porque amar implica tirarse al vacío, confiar la vida y el alma. Y el alma no se indemniza.
Y conocerse es justamente saber de vos, de tus alegrías, de tu paz, pero también de tus enojos, de tus luchas, de tu error. Porque el amor trasciende el enojo, la lucha, el error y no es solo para momentos de alegría.
Amar es la confianza plena de que pase lo que pase vas a estar, no porque me debas nada, no con posesión egoista, sino estar, en silenciosa compañía.
Amar es saber que no te cambia el tiempo, ni las tempestades, ni mis inviernos.
Amar es darte un lugar en mi corazón para que te quedes como padre, madre, hermano, hijo, amigo y saber que en el tuyo hay un lugar para mí.
Dar amor no agota el amor, por el contrario, lo aumenta. La manera de devolver tanto amor, es abrir el corazón y dejarse amar.”

-“Ya entendí” - dijo la rosa.
-” No lo entiendas, vívelo” -dijo el principito.


miércoles, 28 de mayo de 2014

Esencia.

Recuerda nostálgico, que con apenas ocho años visitó su primera juguetería. No le damos importancia pero es un momento crucial en nuestra vida. Hasta ese momento todo nos es dado, sin opción. La salida al nacer es de un sentido y una dirección. El alimento nos llega sin más opción que la de boquear cual besugo arrancado de su acuoso entorno. Deciden por nosotros si seremos cristianos, culés, rockeros, con pelo corto o consentidos.

Aquel encuentro le marcó. “Mi primera elección” -se repite. Llegó allí sin contaminación, ya que en casa no tenían televisión que moldease gustos o preferencias. “Sólo uno” -dijo mamá. Un acto trivial, aparentemente. Sin vuelta atrás, aparentemente.

Peculiar cacharrería, harto diferente a los templos de consumo que conocemos hoy. Una muñeca de vestido roído, un dragón de plástico sin dientes, un bufón tejido con retales o un osito de ojos recosidos, eran parte de aquel reflejo de la vida real. No encontró en ningún estante rubitas estilizadas, mansiones con grandes vestidores o caballeros con brillantes armaduras. ¿Cuántos niños de ahora habrían abandonado tal esperpéntico lugar, con alguno de aquellos juguetes en brazos y sin lloriquear?


La gran sonrisa del bufón le hizo olvidar los numerosos agujeros por los que perdía la espuma de su interior, y sin dudarlo le eligió a él. “Buena elección, campeón. Una sonrisa cautivadora, ¿verdad?” -exclamó el dependiente. Nada más llegar a casa, mamá le pidió prestado a su nuevo compañero de juegos, y él lo cedió sin rechistar.

Al cabo de un rato, y después de comer, al dirigirse a su cama a disfrutar su momento preferido: la siesta, encontró junto a la almohada a un renovadísimo bufón. Mamá había zurzido cada agujero con cariño y ahora, además de la esencia de su sonrisa, lucía hermoso y lleno de colorido.

Mientras recuerda aquel momento, sostiene a su querido muñeco con nostalgia. Tiempo ha pasado. Enseres comprados por impulsos, pasaron sin dejar huella. Personas han entrado y salido. Experiencias, buenas y malas. Recuerdos que no llegaron a germinar y quedaron en el olvido. Rápidos coches que le abandonaron convirtiéndose en un simple cubo de chatarra. Pero él, con su imborrable mueca de felicidad, todavía le acompaña.

domingo, 27 de abril de 2014

En Paz.

Paz liviana en la planta de los pies. Recuerdos. Emulsión de aceites que dejaron fusiones casquivanas. Mohínes de desprecio ocultos tras palmos de fría estepa. El día que la letanía se encontró con el abismo a donde van a parar las súplicas de los deshabitados, cambió el brillo en las caretas. El límite tiende a infinito. Función resuelta.

Paz etérea en palmas y yemas. Cada fotograma fijado visualmente con los ojos cerrados. El tacto habla. El oído y el olfato estremecen lo que un día fue espiral de reflejos. La sonrisa se descubre tras la conjunción de los sentidos. No hables. Momento de felicidad en sosiego.

Paz sutil rodea la cabeza. Destello vítreo en la reflexiva expresión. Volver a verle volar. Susurros de libertino a tientas se oponen a silbidos de castidad de frecuencia inaudible. El infinito tiende al momento. Defunción disuelta.

Paz volatil en el alma. Vuelo raso, sobran redes. Elevarse significa temblar, significa vencer. Desechar la comodidad del barrigudo apoltronado, escupiendo el "debes". Disuelto el bienquerer de la furcia con besos de estraperlo a precio de droga para primerizo.  Grita. Momento de frialdad desemboca en estruendo.


miércoles, 16 de abril de 2014

De vuelta.

Viraron los recuerdos, sembrando y haciendo brotar las ilusiones. En sólo una noche, el triste Augusto retomó los mandos de su sino, lanzando merengues de colores sobre las fauces del Cara Blanca. Aquello que otrora promovía la zozobra, hoy hace descarrilar la apatía del punto entre los asteriscos. Hay opción de elevarse, de desaprender, dejar pasar vientos vacuos y, ya de vuelta, devolverle la sonrisa al espejo. La bondad de lo nimio. Lo especial de lo inesperado. El poder del hoy sobre el ayer. La certeza del soy ante el dudoso quiero ser.

lunes, 25 de noviembre de 2013

"El niño cuyo espíritu no está aún atormentado por la vida, posee en el más alto grado la facultad de olvidar. En el hombre, poder olvidar es la señal de un espíritu sano y dueño de sí mismo, mientras que la obsesión por esto o por lo otro, es índice de un cerebro desequilibrado." 

El Vagabundo de las estrellas. Jack London.