Pasaron sorprendentemente raudos aquellos meses. Zilef y Febrero pensaban que apenas un par de semanas les separaban del día en que decidieron salir de la oscura habitación, y disfrutar de la inmensidad que el cielo les ofrecía sin cobro alguno. En todo este tiempo el pequeño ser de apariencia bondadosa, mostró a Febrero el lado bueno de todas las cosas. Ese lado que durante tanto tiempo permaneció oculto a su torpe percepción.
La sabiduría de Zilef sumada a la libertad de aquel fantástico vuelo, sembraron en Febrero lo que en muy poco tiempo terminó siendo el fruto de la felicidad. La pérdida de ese único y oscuro punto de vista, tornado ahora en muchas perspectivas, diferentes y cargadas de positivismo y energía.
Cuánto había aprendido. Gracias a esta experiencia, Febrero pudo al fin, retomar la tierra firme con la certeza de que la vida merece ser vivida, y a ello se dirigía, con un brillo en el rostro comparable al que en aquel día ya pasado, produjo el sol al entrar vertiginosamente por su ventana. Ganas de aprender, de descubrir, de conocer. Ganas de amar y de hacer feliz a los que le rodean. Porque Febrero ya no es cómo lo conocían. Porque ya no volvería a ser una pequeña parte de un todo. Sin tener que elegir ni esperar a que llegase un mes, un día o un momento. Porque a partir de ahora, dejó de ser Febrero para pasar a ser SIEMPRE.
 |
| Flying balloons girl. Bansky. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario