Qué duda cabe, todo
viaje cuesta. Y dejando a un lado el coste del billete, el precio
suele ser sentimental. Cuando me fui a estudiar a Valencia porque las
opciones que Teruel ofrecía eran limitadas, me pareció que cruzaba
el Océano Atlántico. ¡Cómo es la vida! Ahora aquel ir y venir me
parece una vuelta por el parque. La vida nos curte, nos moldea y nos
hace relativizar las cosas. Todo es relativo, pero después de las
últimas semanas, me queda claro que algo no puede ser relativo: las
personas (y algún animal) que nos acompañan.
En mi continua despedida
sólo me queda agradecer a todas las personas que habéis compartido
conmigo una charla, unas cervezas, un rápido intercambio de
palabras, un concierto, abrazos, una tarde de risas, consejos de
viaje, un café, horas de trabajo, un favor de última hora, una
noche, cada uno de los detalles que me habéis regalado y tantos
buenos deseos. Y también a todas aquellas con las que no he podido
hablar y que también me envían su energía positiva. =)
La incertidumbre nos
acobarda pero hay que ser valientes. No sé qué voy a encontrarme,
pero sí sé lo que me dejo. Y es eso, vuestra ausencia en la
lejanía, lo que me hace más duro este partir. Muchas gracias por
todo y...
...¡Hasta pronto!
Te deseo lo mejor y te admiro por lo que vas a hacer, amigo. Como yo soy de esa gente que no te ha podido pasar la buena vibra en persona, me espero a tu vuelta para que me cuentes tus aventuras con unas buenas cervezas. Mucha suerte.
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