Cuando llamas a la puerta equivocada.
Cuando cogiste el penúltimo tren
que te llevó a la estación de la nada,
donde los corazones son de todo a cien.
Lágrimas intercaladas con palabras,
fuego en tus sueños de papel
como perro que no atiende la llamada,
perdido en los recuerdos del ayer.
El burro se cansó de que la noria girara
del esfuerzo que nadie parecía ver.
La arena del reloj se quedó congelada
las ganas murieron de tristeza a sus pies.
Arco iris de tonos grises
cuando sangran las cicatrices.
Aunque hay sueños que parecen imposibles
ya lo sabes, de sueños vives.
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